Siena

Acuarela/ Papel, 30×40 cm

Nadie en la Residencia sabe qué cantaba, ni de dónde vino. Tiene esta foto en su mesilla y la mira con fuegos artificiales en los ojos. La mira y canturrea. Llegó con los recuerdos metidos debajo de un milhojas de otoño y solo una vez la oyeron decir “mi niña querida”.

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